Las categorías entre las que podemos elegir, según el uso que le vamos a dar a las zapatillas, son: máxima amortiguación, entrenamiento y competición.

• Zapatillas de máxima amortiguación: algunos corredores por determinadas razones (características fisiológicas, técnica de carrera,...) necesitan un extra de amortiguación en sus zapatillas running. Este tipo de zapatillas absorben los impactos contra el suelo protegiendo las articulaciones. Si necesitas prepararte para recorrer una larga distancia como maratones o medias maratones, este tipo de zapatillas son las más recomendadas. Con ellas, evitarás lesiones en sesiones largas de entrenamiento.
• Zapatillas de entrenamiento: las zapatillas que usemos en nuestro entrenamiento diario deben ser cómodas, transpirables, no demasiado pesadas y con una amortiguación que nos permita diferentes ritmos y proteja nuestras articulaciones. En este tipo de zapatillas, la horma suele ser más ancha, para así soportar mayor volumen de kilómetros. Además, deben tener mayor durabilidad.
• Zapatillas de competición: están diseñadas pensando en la velocidad, por lo que son muy ligeras y suelen tener menos amortiguación que las estándar. La horma suele ser estrecha y las plantillas ligeras. El drop suele ser algo más bajo que el de otros tipos. Las zapatillas de competición están recomendadas sobre todo para corredores ligeros y, principalmente, para carreras de 5-10km. Aquellos corredores capaces de correr a menos de 3:30 min/km pueden llevarlas en una media maratón o maratón. La duración de este tipo de zapatillas es de 400-600km. 

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